Para mí, la llegada de Raquel Oliva al equipo, como psicóloga, fue más que positivo, y me explico: no es habitual ver la figura de ese profesional en el fútbol de Tercera División, y más que sea “psicóloga” en un vestuario masculino, pues bien, mi apuesta por ella era por muchas razones, la primera es que nos conocíamos desde hacía muchos años como compañeros de trabajo, la segunda es que compartíamos la misma visión sobre el entrenamiento deportivo y la tercera es que teníamos un objetivo al alcance que creía que sería necesario entrenarlo desde todos los ámbitos. A nivel personal fue una etapa de crecimiento personal y “profesional”, en este caso como entrenador de fútbol, y a nivel grupal, Raquel aportó muchísimas estrategias para superar situaciones complicadas, incluso a nivel individual de jugadores.